EL LENDAKARI CONTUNDENTE


Para algunos las contundentes palabras del Lendakari, advirtiendo a los terroristas y a quienes les apoyan de la decidida apuesta por acabar con ellos. Fue arriesgada y poco meditada. Días después, el consorcio asesino reaparece matando. Es como si el aire de libertad que reclama la ciudadanía, se tornase mortífero, asfixiando aquello que más se demanda, aires de libertad. Hay que resistir, resistir luchando y haciendo llegar la voz de los desprotegidos más allá del entorno cercano. Al día de hoy solo tenemos eso la voz, la palabra. Esa llamada suplicante pidiendo que esto termine. Alentar a las personas que arriesgan su vida para sostener la libertad y sentirnos personas. Cambiar el discurso a los políticos para que entiendan, la necesidad de variar las palabras y los gestos, con contundencia sin tibieza, ni dobleces. Pero políticos, son también esos concejales y alcaldes que conviven, con los elegidos y representados en ayuntamientos de trazas terroristas que; condicionan, amenazan y agraden, sirviéndose de su cargo para sostener al consorcio asesino. Juntarse con ellos y pactar es un acto vil. En este país hay exceso tanto de héroes como de mártires. Y son demasiados los que llevamos acumulamos.

La viuda del asesinado, desde el dolor, pero con entereza, lo dijo claro:( si bien fue criticado el permitirla hablar, dicen que estaba sedada a tope y no deberían habérselo permitido, eso dicen los tibios y malformados nacionalistas) no son presos políticos, son asesinos que viven del asesinato y se nutren de ese negocio, del de matar impunemente. Esta frase, con la carga emocional que tiene, debería estar presente en toda acción encaminada a desactivar el terrorismo. Y debería estar impresa y expresada abiertamente en esa primera sesión de apertura en el Parlamento Europeo, como testimonio de rechazo al consorcio asesino y servir de apoyo a quienes sufrimos el acoso terrorista. Ese gesto comportaría un compromiso firme y de denuncia con las victimas y sus familias.


Fanegas de la Alhóndiga

A quienes viven la indómita situación del chantaje y el dolor

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