Con regate corto y al tobillo II

Hay noticias y escenas que por su emotividad pueden romperte el alma.

Este es el caso referido a Jaime de Marichalar, que disponía hasta ayer, de una estatua en el madrileño Museo de Cera. Y es lo tiene el divorcio, que no solo tienes que desalojar el tierno hogar, además todo aquello que pude tener algún ex vinculo regio, como es en este caso, (y puede ser molesto para la ciudadanía, tan sensible ella,) debe pasar a ocupar otra estancia, menos comprometida para lo que representa la actual casa real.

Este hecho no es comparable con las estatuas, y algunas hasta virtuales del parlamento. Aquí los hay con más de treinta años sin moverse de la poltrona institucional, solo cambian cada cuatro años de asiento. Son una especie de estatuas, que no esculturas, que parecen como que hablan, que nos quieren decir algo. Pero no, son vetustas imágenes actualizadas cada cuatro años. Y en esta especie de museo parlante, convertido en ocasiones como circo, no es fácil desalojar a cualquier inmerecido residente. Solo la potestad de la partitocracia y el pueblo, puede posibilitarlo.



Disculpen la tontería….nadie es perfecto.


Una razonable información, nos hizo albergar esperanza de localizar, las consabidas farolas de estilo isabelino retiradas de la calle Toledo, aquí en Getafe. Pero tras un periplo por pueblos serranos, pudimos constatar que la pista era falsa. Perdón por la absurda perífrasis.

LAS FOTOS SON DEL ASQUEROSO ASPECTO QUE PRESENTAN LOS POLIGONOS LOCALES EN CONCRETO NASSICA

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