Los sindicatos son un "pegote" de este sistema

No pretendo describir las más que carencias de los sindicatos y su nefasta e innecesaria presencia en el ámbito sindical y las relaciones laborales, o en la defensa de los intereses de los trabajadores. Escribo innecesaria dada la trayectoria que llevan desde hace 25 años hasta nuestros días. Y tal como se muestran con este este creciente paro, superior a los 4.5 millones.
Los sindicatos manejan dinero público a espuertas y no contribuyen a ser generadores esenciales de creación de empleo y ni tan siquiera justifican la cantidad de dinero que aperciben. Son un "pegote" en este sistema, que protege a sus representantes y les blinda en lo económico y en el perpeuto cargo.

Reciben ayudas de toda índole, desde, por ser miembros liberados en las repugnantes cajas de ahorros, pasando por los ayuntamientos y todo aquello que se mueva en esa orbita seudosindical. Los sindicatos, sus trazas y recorrido, son lo más parecido al “vertical” y se han convertido “de facto” en meros burócratas del sistema amancebados con el poder establecido, sin identidad y manejados por el chantaje partidista y gubernamental. Suplen su identidad, usando y mal gastando el dinero público en cursos, de dudosa claridad y nula efectividad, justificando por un lado “el sistema” y por otro a los burócratas con pedigrí sindicalistas, con esas astronómicas cantidades de dinero recibidas. Dentro de esas organizaciones y como funcionarios a sueldo del Estado, no se dejan ver personas con capacidad para desarrollar, ni proponer iniciativas tendentes al progreso productivo y nuevas forma de relación laboral, que posibiliten un nuevo y progresivo cambio de la economía productiva. Siguen anclados en el discurso caduco y trasnochado, con aromas de viejos tiempos.

El sindicalismo que se representa en España es un lastre para la reactivación de una diferente economía, que necesita nuevas formas para corregir tantas irregularidades sociales y productivas. Pero además, el costo que nos resulta, por sostenerlos, como institución que representa una parte del “sistema”, es tan brutal como innecesaria y bien podría ese dinero ir destinado a otros menesteres vinculados con el empleo y actividades sociales. Los sindicatos son entes nulas de progreso y ni tan siquiera muestran su solidaridad, con los más desprotegidos. Son meros y malos gestores de un dinero público que se pierde sin sentido ni razón. Exentos de responder ante la sociedad que les paga el sueldo. ¡Qué lujo!

Ni tan siquiera en las grandes y medianas empresas tienen la consideración que deberían merecer y la afiliación en ellas, es más, por motivos de chantaje-emocionales y de presencia, que por el convencimiento de su necesidad. De esto último y con reservas solo se salvan los comités de empresa, como interlocutores y representantes de esos trabajadores.

Entiendo que estos sindicatos, no podrían sostenerse con las cotas de sus afiliados, y que seria necesaria una aportación extra para su sostén, y como tal, coincido con quienes reclaman, que se financien del mismo modo, que se emplea con la Iglesia católica y obras con fines sociales, atraves de la declaración de la renta. En las empresas con suficiente cobertura de trabajadores, que aporten los representados, una cantidad por la negociación de los convenios, que sufraguen el costo de sus representantes, para que sepamos cual es el valor real y lo que nos cuestan, tanto al trabajador como al empresario. Estas cantidades deberían ser desgravadas de la declaración de la renta.

Basta de discursos banales y conmemoraciones, que retratan sus posiciones arcaicas y trasnochadas. Créanme, si de ellos dependiese la solvencia y seguridad de las pensiones hace años que las pensiones serían un recuerdo de otra época. Afortunadamente de ellos no dependen.

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